Atrás quedaron los tacones y los soberbios trajes. En un mundo donde el conformismo es la norma, hay un grupo de personas que no pueden evitar comportarse diferente.

Los teléfonos suenan y el papeleo inunda nuestros escritorios de la oficina. Aparentemente todo es normal, pero es solo lo que parece. Frases y expresiones típicas del lugar de trabajo nos abruman. Caras que van del aburrimiento al estrés.

Las horas pesan. Aun así, estamos aquí. Ya buscando la forma de imaginar otras formas de estar. De ser. La monotonía nos atrapa. Cada vez queda menos para que se vayan.

Comienza lo bueno: no queda nadie. La oficina se convierte en nuestro hábitat natural. Ha llegado la hora de crear. Nuestra mejor versión encuentra su patio de juegos. Todo es posible.